Es crucial reconocer que, a pesar de su diseño robusto y ambicioso, nuestro modelo de aprendizaje no es infalible por sí mismo. Su éxito y la capacidad de generar un cambio profundo y sostenido en cada estudiante dependen fundamentalmente de la calidad y el compromiso de las personas que lo implementan. Esto incluye la dedicación de los docentes mentores para comprender a fondo el modelo, aplicar sus preceptos con flexibilidad y creatividad, y brindar un acompañamiento auténtico; la participación activa y el entusiasmo de los estudiantes al apropiarse de sus proyectos y procesos de aprendizaje; y el apoyo continuo y la colaboración de las familias, quienes deben comprender y valorar esta metodología innovadora. En última instancia, la verdadera potencia del modelo reside en la interacción dinámica y comprometida de toda la comunidad educativa.