En el corazón de nuestro Modelo reside una convicción profunda: la escuela no es solo un lugar donde se transmite conocimiento, sino un organismo vivo que aprende, se transforma y se enriquece con cada interacción. Esta idea, magistralmente desarrollada por Miguel Ángel Santos Guerra en su obra "La escuela que aprende", resuena poderosamente con nuestra visión educativa, donde la meta es que todos aprendamos de todos.

Santos Guerra nos invita a trascender la noción de la escuela como una institución estática, para verla como un espacio dinámico de aprendizaje colectivo. No se trata solo de que los estudiantes aprendan de los docentes, o de que los docentes aprendan de nuevas metodologías. La verdadera "escuela que aprende" es aquella donde cada miembro —estudiantes, docentes, directivos, familias— es simultáneamente maestro y aprendiz.

Aprender de Todos: Un Pilar del Modelo ABL

Nuestro Modelo ABL está intrínsecamente diseñado para fomentar este aprendizaje mutuo. Al enfocarnos en el desarrollo de competencias y en la demostración de logros en diferentes Niveles (desde el Nivel 0: Inicio hasta el Nivel 4: Transformador), creamos un entorno donde las diversas fortalezas de los estudiantes no solo son reconocidas, sino que se convierten en recursos valiosos para la comunidad.

Aquí es donde la sinergia de "La escuela que aprende" y el Modelo ABL se vuelve palpable:

  • El Estudiante como Co-Constructor: En el Modelo ABL, los estudiantes no son meros receptores de información. Son actores centrales en la construcción de su propio aprendizaje y el de sus compañeros. Al trabajar en proyectos, por ejemplo, un estudiante que domina la investigación puede guiar a otro con dificultades, mientras este último quizás sobresale en la presentación visual, ayudando a pulir el proyecto conjunto. Esta interacción es aprendizaje bidireccional.

  • El Docente como Facilitador y Aprendiz: Santos Guerra enfatiza que los docentes también deben estar en constante aprendizaje. En nuestro modelo, el docente mentor no solo imparte saberes, sino que observa, escucha y aprende de las estrategias innovadoras que los estudiantes desarrollan, de sus preguntas desafiantes y de sus formas únicas de resolver problemas. Esta retroalimentación constante nutre la práctica docente y genera una cultura de mejora continua.

  • El Valor del Error y la Reflexión: "La escuela que aprende" abraza el error como una oportunidad de crecimiento. En nuestro Modelo, donde cada Nivel de logro invita a la mejora y la iteración, el error no es un fracaso, sino un paso necesario hacia la maestría. Los estudiantes aprenden a reflexionar sobre sus procesos, a identificar qué no funcionó y a buscar soluciones, a menudo con la ayuda de sus pares.

  • El Mentor Par: La Materialización del Aprendizaje Mutuo: Nuestro enfoque en el mentor par es una clara manifestación de la "escuela que aprende". Cuando un estudiante en Nivel 3: Destacado o Nivel 4: Transformador acompaña y guía a un compañero, ambos roles se enriquecen. El mentor consolida su propio conocimiento al explicarlo y el aprendiz se beneficia de una guía cercana y comprensible. Este proceso construye una comunidad donde el apoyo y la colaboración son intrínsecos.

  • Proyectos de Vida en Conexión: Al entender que cada estudiante tiene un proyecto de vida único y que sus talentos son diversos (como lo subraya la teoría de las Inteligencias Múltiples), el aprendizaje se vuelve más significativo. Cuando los estudiantes comparten sus habilidades y perspectivas en los proyectos, no solo aprenden contenidos, sino que desarrollan competencias interpersonales vitales para cualquier futuro que elijan. Aprenden a valorar la diversidad, a colaborar y a construir conocimiento de forma colectiva.

Una Cultura de Diálogo y Mejora Continua

Miguel Ángel Santos Guerra aboga por una cultura escolar basada en el diálogo, la escucha activa y la autoevaluación constante. En nuestro Modelo, esto se traduce en:

  • Retroalimentación Continua: No solo del docente al estudiante, sino entre pares y de los estudiantes hacia el proceso y los docentes.

  • Flexibilidad y Adaptación: La capacidad de la escuela para adaptarse a las necesidades de los estudiantes y a los cambios del entorno, tal como un organismo que aprende.

  • Celebración del Progreso: Reconocer y celebrar cada logro, cada paso en el desarrollo de las competencias, es fundamental para mantener la motivación y el compromiso de toda la comunidad.



La "escuela que aprende" es aquella que no teme al cambio, que valora cada voz y que entiende que el conocimiento no es algo fijo que se entrega, sino algo que se construye y reconstruye colectivamente. Adoptar esta filosofía es el camino para que nuestro Modelo ABL no solo forme a estudiantes competentes, sino a ciudadanos capaces de aprender, colaborar y transformarse a lo largo de toda su vida.

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