En el panorama educativo actual, la implementación de metodologías activas como el Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP) ha ganado terreno como una alternativa a los modelos tradicionales centrados en la transmisión de contenidos. Sin embargo, en el contexto del Modelo de Cambio Profundo (MCP), los proyectos adquieren una dimensión y un propósito que los distinguen significativamente del ABP que se puede observar en escuelas con estructuras pedagógicas más convencionales. En este artículo, exploraremos la naturaleza de los proyectos en el MCP y sus puntos de diferenciación clave.
En el MCP, los proyectos no son meramente actividades complementarias o estrategias para aplicar conocimientos previamente adquiridos. Son el corazón mismo de la experiencia de aprendizaje. El currículo se organiza en torno a preguntas generadoras potentes que invitan a los estudiantes a indagar, explorar y construir conocimiento de manera activa y contextualizada. Los proyectos son, por lo tanto, investigaciones profundas y extendidas que integran contenidos de diversas disciplinas, fomentando una comprensión holística y significativa del mundo que les rodea.
Una de las diferencias fundamentales radica en el nivel de integración curricular. Mientras que en el ABP tradicional, los proyectos a menudo se centran en una o dos áreas de conocimiento, en el MCP, los proyectos están intrínsecamente diseñados para ser transdisciplinarios. Partiendo de una pregunta central relevante, los estudiantes se ven naturalmente impulsados a recurrir a conceptos y herramientas de diferentes materias para abordar el problema o desafío planteado. Esta integración no es forzada, sino que emerge de la propia naturaleza compleja de los problemas del mundo real que sirven como punto de partida para los proyectos.
Otro aspecto distintivo es la profundidad y la duración. Los proyectos en el MCP suelen extenderse a lo largo de varias semanas (como se especifica en la estructura, generalmente 12 semanas), permitiendo a los estudiantes sumergirse en la temática, realizar investigaciones exhaustivas, experimentar, iterar y reflexionar sobre su proceso de aprendizaje. En contraste, el ABP en modelos tradicionales puede tener una duración más limitada y, en ocasiones, centrarse más en la creación de un producto final que en el proceso de indagación y aprendizaje en sí mismo.
La autenticidad y la conexión con el mundo real son también señas de identidad de los proyectos en el MCP. Se busca que los estudiantes se enfrenten a desafíos significativos y relevantes para su comunidad, su entorno o problemáticas globales. La presencia de profesionales o especialistas como co-mentores, o las visitas a empresas, organizaciones o sitios relacionados, enriquecen esta conexión, brindando a los estudiantes perspectivas del mundo laboral y la aplicación práctica de los conocimientos que están construyendo. Esto contrasta con proyectos de ABP tradicional que, aunque contextualizados, pueden carecer de esta conexión tan directa y profunda con actores externos.
La evaluación en los proyectos del MCP se diferencia por su carácter formativo y basado en competencias. Se centra en el desarrollo de las competencias clave a lo largo del proceso, utilizando rúbricas claras y criterios de evaluación transparentes (como los Criterios de Evaluación por Competencias Clave del Proyecto). La retroalimentación continua y la reflexión sobre el propio aprendizaje son elementos centrales. Si bien en el ABP tradicional también se puede utilizar una evaluación formativa, en el MCP esta se encuentra profundamente integrada en la estructura y el diseño de los proyectos, siendo un motor constante de mejora y aprendizaje.
Finalmente, el rol del docente en el MCP evoluciona hacia el de un mentor y guía, que facilita el proceso de indagación de los estudiantes, plantea preguntas desafiantes, conecta recursos y apoya la colaboración. En modelos tradicionales de ABP, el docente puede tener un rol más directivo en la selección del tema o en la definición de los pasos a seguir. En el MCP, se fomenta una mayor participación y control del estudiante en la toma de decisiones dentro del proyecto, permitiendo trayectorias de aprendizaje más ultra-personalizadas.
En resumen, mientras que el ABP en escuelas con modelos tradicionales representa un avance hacia metodologías más activas, los proyectos en el MCP encarnan una transformación más profunda de la experiencia educativa. Se caracterizan por su integración curricular transdisciplinaria, su duración extendida, su autenticidad y conexión con el mundo real, una evaluación basada en competencias y un rol del docente como mentor. Estos elementos, en conjunto, buscan no solo la adquisición de conocimientos, sino el desarrollo de estudiantes críticos, creativos, colaborativos y capaces de aplicar sus aprendizajes para transformar su entorno.