Nuestro modelo ABL no solo mantiene la exigencia, sino que la eleva a un nivel superior, diferente al de los modelos tradicionales.
La clave está en la intensidad y el enfoque de nuestros proyectos. En el Ciclo Básico, la exigencia reside en la amplia integración interdisciplinar, donde los estudiantes deben conectar conocimientos de diversas áreas para resolver desafíos. En el Ciclo Superior, los proyectos son más específicos y profundos, demandando una aplicación de conocimientos especializada, similar a la que encontrarán en el ámbito universitario o profesional.
La evaluación no se basa en la memorización, sino en el desarrollo de competencias clave, medido con una rúbrica de 17 criterios que abarca desde la creatividad hasta la resolución de problemas complejos. Alcanzar los niveles más altos de esta rúbrica exige un desempeño excepcional.
Fundamentalmente, el rol del mentor es vital. Los mentores no son facilitadores pasivos; son expertos que desafían constantemente a los estudiantes, exigiendo rigor en la investigación, calidad en la producción y pensamiento crítico. En el Ciclo Básico, el mentor guía la exploración profunda; en el Ciclo Superior, acompaña la consolidación vocacional, preparando al estudiante para estudios superiores y el mundo laboral, lo que implica una exigencia orientada a la vida real.
La "baja exigencia" es un concepto erróneo de un ABL robusto. Nuestro modelo exige una exigencia significativa, pertinente y conectada con los desafíos del mundo real, preparando a los estudiantes de manera integral y profunda.